Entróse un labrador sin ser visto adonde estaba un Santo Padre y saludóle así:
-Norabuena estéis, papa, y vosotros cardenales.
Respondió el Santo Padre:
-Bene veniatis, pecora campi.
Acudió el labrador diciendo:
-¿Quién diablos le ha dicho que me llamo yo Pedro del Campo?
Melchor de Santa Cruz, Floresta española, Edit. Crítica, Barcelona, 1977, pág. 8
No hay comentarios:
Publicar un comentario