Tras cincuenta años de servicios eclesiales,
Cairasco de Figueroa murió en 1610, sepultándose sus restos en la
capilla de Santa Catalina de la Catedral de Las Palmas, cuyo epitafio reza:
Lyricen et vates toto celebratus in orbe
Hic iacet inclusus, nomine ad astra volans.
(Aquí yace enterrado el músico y poeta, celebrado
en todo el mundo, cuyo nombre vuela hasta las estrellas)
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