miércoles, 15 de julio de 2015

Latín y humor (13)

Don Arcadio bendijo los ramos y dijo varias veces Dominus tecum y una Dominus vobiscum. La maraña de chiquillos , apiñada en los primeros bancos, aguantaba la risa para no incomodar al párroco, no fuera a emprenderla a mandobles contra los revoltosos, tal era su costumbre cuando se le interrumpían sus latines. La explosión provenía de la secular respuesta hilarante que en castellano suponían los infantes al vobiscum eclesial.
   Poco antes de las últimas bendiciones, sucedió lo que ya estaba tardando: el celebrante repartió en la primera fila sendas bofetadas a los dos que más reían. El propio don Arcadio había sido el causante de las risotadas cuando, al decir en latín las dos palabras del relajo, los niños creyeron que se les provocaba desde el altar con semejante letanía eterna.
 -Dominus vobiscum - recitó el cura
 - El culo te lo pellizco - susurró en el silencio de la nave el más avispado de los chiquillos. 

González Déniz, Emilio, Bastardos de Bardinia, Clásicos canarios contemporáneos, las Palmas de G. C. 2015, págs 17-18

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